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jueves, 1 de marzo de 2012

Fallece el cantante italiano Lucio Dalla

Fallece el cantante italiano Lucio Dalla

Como recita su más celebre canción, Lucio Dalla nació en Bolonia el 4 de marzo de 1943 y en tres días iba a cumplir los 69 años. Un ataque de corazón interrumpió su vida y una carrera larga casi medio siglo. Dalla se hallaba en el pueblo suizo de Montreux, durante una gira que tenía que llevarle hasta Berlín. Se apaga una de las voces más bellas y dolidas del país transalpino, un punto de referencia para la música de autor a nivel internacional.
Anoche, concluyó su concierto y los amigos que hablaron con él cuentan que "estaba vivísimo, feliz, tranquilo, divertido y en paz consigo mismo", dice Roberto Serra, fotoreporter boloñés, su íntimo amigo. La última aparición del músico fue en el escenario del Teatro Ariston de Sanremo, hace dos semanas, en ocasión del último Festival de la canción italiana. Dalla acompañó al joven cantante Pierdavide Carone: dirigió la orquesta durante el tema Naní, que él mismo había escrito y apostilló con su voz la exhibición.
Tras participar en el Festival de Sanremo, Dalla había emprendido una de sus habituales giras europeas: el 27 de febrero tocó en Lucerna y después de una segunda etapa en Zurich, había recalado en Montreux. Las siguientes banderitas de su viaje le habrían llevado hacia el norte: Basilea, Berna, Ginebra, Lugano, París, Duseldorf, Hamburgo, Bremen, Fráncfort, Luxemburgo, Stuttgart y Múnich.
Humilde, tímido y siempre atento a valorizar los nuevos talentos, sus condiciones de salud no despertaron preocupación en el público italiano que le aplaudió en Sanremo. Por eso, en las redes sociales y en los comentarios de la prensa, el afecto se mezcla a la incredulidad por su muerte repentina. Entre los primeros en expresar su tristeza fue Lorenzo Cherubini, alias Jovanotti, en Twitter: "Oh no, no, no puedo creerlo". "No puedo pensar que la noticia de su muerte sea cierta", confía Laura Pausini, otra cantante italiana de fama internacional, en su perfil de Facebook: "Lucio es el primer artista que me vio cantar, en un restaurante de Bolonia, cuando tenía 8 años. No puedo olvidar cómo me acarició el pelo y me dirigió palabras de ánimo. Se me quedó cerca en todos estos años y yo le rendí homenaje durante mi última gira, cantando la canción con la cual le conocí de pequeña, Piazza Grande". No puede ni comentar, su gran amigo y colega Francesco De Gregori. "Este es un momento tristísimo, no quiero hablar con nadie", dice solo el cantautor romano que muchas veces compartió escenario con Dalla, sobre todo durante la gira de Banana Republic, el disco publicado por los dos en 1979 que se ha quedado para siempre en la memoria colectiva. "Un gran poeta nos ha dejado - escribe la actriz cómica Sabina Guzzanti, que firmó el documental 'Viva Zapatero' - Nos quedan gran canciones, no el vacío".
Dalla es autor de algunas de las canciones más conocidas de la historia de la música italiana como Come è profundo il mare, Caruso o L'anno che verrá, piezas que todo italiano sabe tatarear y que cuentan, suspendidas en un tono entre melancólico y lúcidamente crítico, sentimientos íntimos y faltas colectivas. Canciones tan famosas también en el extranjero que él mismo las definió "mi pasaporte en el mundo", durante la entrevista que concedió a la RAI de Bolonia, antes de dejar la ciudad para su gira.
Músico, antes que cantante, Dalla amaba sonar el clarín y dedicarse a sonoridad que rozaban el jazz. Fue precisamente ese el género musical que hospedó sus comienzos y que le llevó a su primera experiencia en un estudio de grabación. Era 1961 y el músico tocaba el clarinete en una versión del tema Telstar de la Second Roman New Orleans Jazz Band. Cinco años después llegó su primer álbum, compuesto con el grupo Gli idoli (Los ídolos) y titulado 1999. Fue el arranque de una trayectoria que le llevó a vender millones de copias de sus discos y a escribir tema como Attenti al lupo, Canzone, Piazza grande o 4/3/1943.
Otra su gran pasión era Bolonia, la ciudad rica y plácida donde nació y vivió. Hoy parece aturdida, perdida, por no haber podido arropar en el último viaje a su querido y orgulloso ciudadano. Lo van a recordar los futbolistas y los tifosi del Bolonia, con su bufanda rojoazul en el estadio Dall'Ara, mientras celebraba y sufría los altibajos del equipo local. Todo el mundo le recuerda mientras camina, apoyado por un bastón, enfundado en un abrigo de pelo, con uno cualquiera de sus muchos gorros calado hasta encima de las gafas. Pequeño y tranquilo, paseaba por el centro para acudir a eventos culturales o para comprar en el mercado cercano a su habitación. En la céntrica calle D'Azeglio, bajo las ventanas cerradas de su piso, se ha reunido una pequeña muchedumbre. Desde el interior de la casa, suenan las notas de sus canciones.
 http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/01/actualidad/1330602453_564830.html

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