DIOS ES AMOR, MEJOR CON HUMOR

domingo, 25 de marzo de 2012

Ellie Jaycock, una joven estudiante de 17 años que dice estar pasando un suplicio. El problema es que sufre una enfermedad conocida con el nombre de 'macromastia juvenil'. El caso es que sin haber alcanzado aún la mayoría de edad y con apenas 1.62 metros de estatura tiene unos senos descomunales y todavía siguen creciendo, según recoge la web noticias de Navarra.

De pechos crecientes y papel higiénico menguante
 

La crisis, siempre esta maldita crisis que estamos sufriendo desde 2008 y que no nos deja achicar el agua que tenemos cada día más cerca del cuello. La puñetera crisis también provoca que los edificios se queden sin papel higiénico. Como para un apretón vamos. Ha ocurrido en Trenton, la capital de Nueva Jersey, donde no ganan ni para limpiarse esa zona donde la espalda pierde su casto nombre.
A mediados de marzo el concejo municipal de esta localidad se negó a aprobar un contrato de 42.000 dólares (unos 31.600 euros) para el suministro de productos de papel, tal y como recogía la BBC en su edición en español. Según este medio, un miembro del concejo local comentó a la agencia Bloomberg que no firmaban "cheques en blanco". Y a la vista de los hechos, parece que papeles en blanco tampoco firman. La falta de dinero es lo que tiene, que te permite firmar pocas cosas y en pocos sitios. Además, si no ganan para papel higiénico, ¿cómo van a ganar para bolígrafos?

El restaurante del Hobbit existe

Mientras tanto, en Filipinas tienen otra guerra. No es una batalla de los señores de la Tierra Media (ideada por Tolkien)dado que no existen realmente los famosos 'hobbit'. Es una batalla contra la discriminación. Resulta que en Manila han abierto un restaurante donde los camareros no superan los 120 centímetros de estatura. El gerente del establecimiento, Pidoy Fetalino, relataba a Efe hace unos días que para él fue una verdadera suerte "que se fundara el restaurante 'Hobbit House' porque era muy difícil encontrar un trabajo.
Antes de entrar a trabajar en el restaurante Pidoy se dedicaba a las actuaciones esporádicas en películas y anuncios, algo que no le proporcionaba un sueldo fijo al mes ni la estabilidad necesaria para cualquier persona. Quienes han entrado al local, mayoritariamente turistas, lo califican de "surrealista" y no es para menos, puesto que las bandejas las llevan hombres y mujeres ¡que no llegan ni al metro y medio de estatura!
Al parecer, el recinto está tan inspirado en el cuento creado por Tolkien que hasta la puerta de la entrada es redonda y de colores. Si viajan a Manila ya saben, no se pierdan este 'establecimiento enano' situado en el barrio de Malate.

Adicta al esmalte de uñas
La gente está muy mal, y no hace falta irse hasta Filipinas para comprobar que estamos todos locos. En Florence, en el estado de Alabama (Estados Unidos), una joven llamada Bertha es adicta al esmalte de uñas. Pero no se lo pone en las uñas de los dedos ni en las de los pies, no señor. Bertha lo que hace es ingerirlo. Tal cual. Todo empezó hace cinco años, cuando quiso probar el sabor de este producto.
Desde entonces, su adicción se ha intensificado. Vamos, que en lugar de darse a la bebida esta chica se da al esmalte. Y le gustan de todos los colores porque, según dice, cada color de esmalte encierra un sabor distinto. Nosotros, desde luego, preferimos no probarlo. Bertha, por su parte, asegura que lo toma de diversas maneras: bien directamente del frasco, bien pintándose la lengua con el pincel. ¿Cuáles son sus preferidos? ¿Lo adivinan? Pues sus favoritos son los esmaltes brillantes y ¿por qué? Pues porque, según sus propias palabras "cuando lo tomo estoy brillando en el estómago y por fuera". Al final va a brillar tanto que va a terminar siendo un gusiluz. Quién sabe, quizás sea ese su objetivo vital.
Pingüinos enamorados de botas

Estamos tan locos que contagiamos a la especie animal. ¿No se lo creen? Pues atentos al caso del pingüino Bonaparte, que estaba enamorado de la bota de uno de sus cuidadores. Bonaparte vive en la ciudad alemana de Constanza y allí se enamoró de la bota de goma de su cuidador. Nadie es perfecto, que diría Billy Wilder.El caso es que como lo de la bota no terminaba de funcionar, Bonaparte amplió sus miras y centró su atención en un miembro de su especie, la pingüina Gertrud. Más allá del cambio de objetivo sentimental, lo interesante es saber cómo la conquistó. Al parecer, los pingüinos son una especie animal que tiende al romanticismo y Bonaparte se 'ligó' a Gertrud haciéndole largas reverencias y dejando a sus pies pequeñas piedras, gestos que son interpretados como signos de amor.
No obstante, los problemas llegan cuando Gertrud le hace un desdén al pingüino con nombre de emperador. Es entonces cuando, para darle celos, Bonaparte a veces vuelve a acercarse a la bota de su cuidador.
Pechos crecientes
Y pasamos de la especie animal y volvemos con las adolescentes. La chica de la que hablamos ahora no está loca (que se sepa), pero tiene un problema muy gordo (nunca mejor dicho). No paran de crecerle los pechos. Ay, lo que daríamos en España porque creciera así nuestra economía.
 Su nombre es Ellie Jaycock, una joven estudiante de 17 años que dice estar pasando un suplicio. El problema es que sufre una enfermedad conocida con el nombre de 'macromastia juvenil'. El caso es que sin haber alcanzado aún la mayoría de edad y con apenas 1.62 metros de estatura tiene unos senos descomunales y todavía siguen creciendo, según recoge la web noticias de Navarra. Ella asegura que sus pechos le están arruinando la vida porque "la gente es muy cruel me gritan por la calle". Su deseo, al contrario de lo que podrían desear muchos hombres, es operarse y ser una chica normal pero tendrá que esperar hasta cumplir los 21 años, ya que no es aconsejable operar antes de dicha edad. En fin, qué les vamos a contar. Estas cosas pasan
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/03/24/noticias/1332555357.html

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